martes, 1 de diciembre de 2009

Pray 2: Destrucción

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Rodeados por todos lados por una turba de personas asustadas, rodeados por todos lados por un centenar de armas aputándonos para dispararnos. Oficialmente, Frank y yo nos habíamos vuelto una desconocida amenaza para la gente de la ciudad en la que habíamos vivido toda nuestra vida. Las fuerzas del orden nos ordenaban poner las manos en la nuca y arrodillarnos. Por mi mente se arrastraba la voz de Angra Mainju diciéndome : "Mátalos, mátalos a todos y escapa"; pero mi lado conciente no me lo permitía, mi razón era grande. Por otro lado, Frank comenzaba a rodear su cuerpo con centenares de chispas eléctricas.

- ¿Qué mierda planeas hacer?-Dije con los dientes juntos.
- Me los voy a "bajar" a toditos para que vivamos pues idiota- Dijo Frank.
- Tiene que haber otra solución, algo que no implique violencia, algo que no nos meta en más problemas- Le dije con cólera.
- A ver, que propones que hagamos- Refunfuñó Frank como que el tuviese la razón- Estamos rodeados, y a menos que sepas como podemos irnos volando no creo que salgamos de ésta, no podemos tener miedo en éste momento.
- No tengo miedo -Mentira- sólo que debemos ver una forma de no lastimar a las personas, ellos solo atacan lo que no entienden.

Ni bien terminé de decir eso, todos nos dispararon. Las balas se escuchaban como cuetes en navidad o en fiestas patrias. Las malditas balas golpeaban mi carne, mis huesos y mis nervios, pero lo gracioso de ésto, es que no me dolió....¡Ni un carajo! Es totalmente incomprensible que a pesar del dolor (o muerte) que se es producido por una rafaga similar de balas no se genere la más mínima sensación de dolor, lo más logico es que se deba a la condición divina que hostento ahora. Frank tampoco sucumbió ante las balas, pero se tiró al piso, mientras yo me arrodillé. Las fuerzas del orden entonces se aproximaron a nosotros sin bajar la guardia, simplemente me apuntaron a la cabeza mientras que Frank se levantó envuelto en energía eléctrica. Sujetó a uno de los soldados y le produjo una tremenda descarga eléctrica.

- ¿¡Pero que en el nombre de Dios estás haciendo!?- Grité.
- Oye, no podríamos estar en peor situación- Dijo Frank, como si tuviera la razón nuevamente.

Las fuerzas del orden comenzaron a disparar, e instintivamente mis sombras comenzaron a generar un bloqueo evitando que las balas me caigan. Propiedad física interesante la de solidificar una sombra. Las balas volaban por todas partes, y Frank y yo hicimos lo más lógico: Correr. Corrimos como nunca antes en nuestra vida, pero nuestro físico no daba tanto, puesto que el cigarrillo había carcomido gran parte de nuestros pulmones, absorvíamos la mitad del oxígeno que deberíamos. Era dificil mezclarse entre la multitud, pues todos nos reconocían y temían. Solo podíamos correr como antílopes de los guepardos.

Poco a poco la multitud comenzaba a dispersarse por el sonido de helicópteros que venían, hélices de muerte escupidoras de hierro explosivo, sedientas de un objetivo. Frank y yo decidimos entonces cambiar de dirección y dirigirnos a una zona donde hayan buenos escondrijos para resguardarnos. Comenzamos a correr y un helicóptero descendió peligrosamente dispuesto a lanzar una ráfaga de balas cuando la multitud a nuestro al rededor se disperse.

- Ustedes dos deténganse, quedan detenidos por alterar el orden público y asesinato.

¿Asesinato? Vayanse a ca....

La gente se dispersó y nosotros permanecimos quietos, entonces el helicóptero comenzó a liberar una lluvia de balas, una lluvia que estaba a punto de dejarnos como coladeras, aunque lo que entendí por el incidente anterior era que éstas balas no nos darían muerte, pero por su calibre superior nos causarían dolor. Las balas entraban a nuestros cuerpos mortales y el dolor nos causaba un placer extraño. Frank se encargó de la policía, si yo me encargo de un helicóptero y accidentalmente mato al tipo que lo pilotea, creo que no sería tan grave como lo hecho por el dios del trueno. Gracioso era que los poderes de Frank eran más faciles de controlar que los míos propios, así es que solamente atiné a solidificar unas sombras y usarlas como un escudo. A pesar de mi técnica, las balas seguían golpeando y poco a poco hacían fisuras en el escudo sombra. Frank me dijo:

- Ace tienes que atacarlos, deja de cubrirte, ellos tratan de matarnos, estamos en nuestro derecho de defendernos

Y una voz en mi interior que era la del espíritu del Dios que me poseía me dijo:

- Ace tienes que atacarlos, deja de cubrirte, ellos tratan de matarlos, defiendete, destrúyelos, satisface tu líbido de destrucción, los Hombres no son más que trigo en nuestra cosecha.

Bueno, ni que hacer, mi instinto se hacía mas fuerte cada vez. Cuando mi escudo sombra se destrozó y nos cayeron las balas, pude contemplar a lo lejos a otro helicóptero que se acercaba, entonces simplemente entendí con mi cerebro humano que era matar o morir (aunque era inmortal). Dejarme llevar por mis instintos, por mis poderes, por ese ser que en mi mundo interior mora y espera con ansias mi desenvolvimiento, si, soy algo más de lo que pensaba, no soy m0rtal, no soy carne, soy sombra, destrucción, muerte, helada, plaga, soy Ace, no, soy Angra Mainju, soy un Dios.

Las bestias de hierro se aproximan con su fuego, y yo estoy decidido, las sombras danzan a mi alrededor como un fuego negro, mientras en mis manos se condensa un torrente negro, una sombra que se convierte en metal, formando una cimitarra con un pequeño dibujo de un toro alado de babilonia en la hoja negra como el olvido, la guarda tenía la forma de una estrella de seis puntas, y el mango era de color púrpura con dibujos de serpientes en el. Una vez contemplada mi bestial espada, la alzo en lo alto, la agito, y sombras reptan hacia el helicóptero que estaba delante mío, lo parto en dos, explota, cae frente a mi, y sus tripulantes en llamas arden. El segundo helicóptero se aleja y las fuerzas del orden retroceden. Yo y la cimitarra permanecemos listos para más, nos gusta, nos agrada, y estoy totalmente concentrado en mi sinfonía de destrucción. El fuego y los cuerpos frente a mi me recitan poemas de amor y romances sanguinarios, mi voz interna susurra como el deseo lujurioso de poseer a una hermosa mujer, y las sombras piroclásticas que a mi alrededor danzan toman forma de mujeres curvilíneas y sexuales. Me pierdo, como la estrella en el amanecer.

Frank toca mi hombro despertándome de mi éxtasus, me dice que debemos irnos aprovechando que se replegaron los helicópteros. Los militares nos vuelven a apuntar, y decidimos entonces no atacar más. En suficientes problemas estamos ya. Los militares y los policías lanzaron entonces muchas granadas de gas lacrimógeno, el cual si nos afectó. Poco a poco la cantidad de gas se iba incrementando y nuestros cuerpos mortales comenzaron a lascerarse por las balas y por el gas. Con mucho esfuerzo Frank me decía "levántate Ace" pero yo no podía, mi bajo peso corporal me hacñia débil contra esa clase de gases, además de mi fragilidad en los bronquios y mi asma. Me desvanecía, y Frank cayó de rodillas. Vomito, no tengo energía más que para respirar el gas, Frank esta a punto de desmayarse, lo observo, pero mis ojos estan que arden, que sensación más irritante.

-¿ Nos jodimos?- Pregunté.
- Al parecer ya fue - Respondió

Entonces cuando las fuerzas del orden se acercaban más para detenernos y luego meternos en una celda extraña por el resto de nuestras miserables existencias, algo sucedió, algo increíble. Una mujer apareció entre nosotros y los agresores, una mujer de cabellera roja como la sangre y piel blanca como la inocencia. Con agitar su mano el viento disipó el gas lacrimógeno, y al fin pudimos respirar. Cuando inhalamos como peces en el mar, la mujer habló con imponente voz:

- Rigby "Ace" Tapia de Angra Mainju, Francese Bellido de Thor, yo soy Isabella Espada de Amaterasu Omikami. Nos vamos al Palacio de los Dioses.

Frank quedó anonadado ante la belleza de tal mujer, yo no entendía lo que ella decía.

- ¿Palacio de los Dioses? ¿Qué es eso?- Pregunté.
- El Panteon del Destino, donde avatares como nosotros moramos, y nos alistamos.-Dijo Isabella.
- ¿Qué quieres decir?- Pregunté.
- Ya a su tiempo lo sabrás Espíritu Destructor.

Luego de decir eso, Isabella puso su mano en extraña posición y luego de ella brillar como el Sol, desaparecimos de los ojos de los Hombres, para aparecer al frente de los ojos de los Dioses.




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